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Diego
Linares
Ménades

Un mago del encantamiento, la serpiente Linares tiene por sobre todas las cosas la virtud de fascinar, de producir en el observador un impacto casi místico por la intensidad de la belleza y la depuración de la forma, por la sutileza de la abundancia.

Un mago del encantamiento, la serpiente Linares tiene por sobre todas las cosas la virtud de fascinar, de producir en el observador un impacto casi místico por la intensidad de la belleza y la depuración de la forma, por la sutileza de la abundancia. Aparece el deseo por el más allá de un cuerpo femenino, el deseo de tocar el vértice mismo del poder creador para arrojar toda su potencia sobre la materia en la que esculpe las ménades, bacantes dueñas de su instinto más profundo.

>Hace tiempo que habla de las mujeres, de la gran hembra, del amor primigenio, de la tierra madre con su crueldad y su alegría, de la fémina misteriosa que acompaña su trazo, su canto, su poesía.

Es su amor por la belleza el que lo muere, en su ímpetu no hay prisa ni desvelos, es un laborioso artesano oriental perdido en occidente. A pesar de las tendencias, del mercado, de este mundo actual de consumo y descarte, Diego Linares simplemente hace lo que sabe hacer, aunque pierda la referencia porque justamente ya no hay referencia cuando se escucha la voz que manda, la voz valiente que impele a atravesar el vacío, en la agobiante soledad beber del maná y ser.

Es él quien se presenta, sin tapujos ni sermones, con la ironía y la magia de siempre y más que nunca, delirando de hermosura.

Katja Alemann

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